Hace algunos años, por ahí por la vieja y gris ciudad limeña, de un país cada día mas ajeno, vivió un hombre que probablemente pudo haber cambiado esa desilusión de la juventud en aquella ciudad, ese hombre fue Felipe Del Carpio, tuve el placer de conocerlo unos meces antes de su muerte, Felipe no era apto para este mundo, nunca fue un santo pero si fue una gran persona, no puedo engañar a nadie diciendo que fue excepcional ni que fue un ejemplo a seguir, Felipe tuvo sus cosas, pero si en este mundo fuéramos como el, probablemente, este seria un mundo mejor.
Durante los últimos años Felipe había estado metido en muchas cosas, había terminado el colegio Santander de Miraflores, después de haber sido expulsado del San Jorge. Se preparaba para egresar de la carrera de Derecho en la universidad Católica, era un joven emprendedor, mas allá de las cosas que hacia, en el fondo hubiera sido un gran profesional y ciudadano.
En el barrio se hacían muchos amigos, todos vivíamos en aquella zona de Miraflores, frente al mar, montábamos bicicleta por el malecón de Armendáriz y nos sentábamos en los parques a conversar y fumar, Durante los veranos éramos los dueños de las playas miraflorinas, a las 8 de la mañana salíamos y regresábamos a las seis de la tarde, durante los tres meces del verano.
Felipe había llegado a la quinta la Paz, en la avenida la Paz de Miraflores en el año 78, cuando el tenia cinco años, su padre era peruano y su madre canadiense, el había nacido en Francia y sus primeros cinco años los paso allá. Cuando tenía quince años comenzó a parar con la gente del barrio, junto a ellos conoció lo que todo joven ochenteno conocía a esa edad, las drogas, el sexo, la juerga y demás.
Cuando yo lo conocí el ya tenia 23 años, fue el verano del 95, yo tenia 18 años, acababa de terminar el colegio y recién había conocido a un par de chicas del barrio que me lo presentaron, el vivía al frente de mi edificio así que me fue muy fácil hacerme su amigo.
Durante ese verano bajábamos a Makaha todos los días, aunque era lejos del barrio, nos gustaba ir, los veranos eran divertidos en esa playa, en realidad ese verano fue peculiar.
Felipe tenia una visión muy clara de la vida, odiaba las injusticias que veía día a día en nuestra ciudad, odiaba la hipocresía de la gente, odiaba la falta de sinceridad de nuestra sociedad, probablemente por eso fue que nadie fue a su funeral.
No era un mito, ya me habían contado esa historia antes, pero el me la confirmo, un ves a mediados del 93, se topo con una chica, hermosa ella, genial para el, pese a muchas cosas por las que Felipe había pasado, lograba amarla, y eso para el era importante, se enamoro perdidamente de ella, después de algunos meces de conocerse, fueron novios, pero a fin de ese año, fueron a Punta Hermosa, donde festejaron que ella acababa el Colegio San Silvestre. Por lo que el mismo Felipe me contó, fue una fiesta loca, hubo de todo, drogas, alcohol, miles de excesos, probablemente por eso, fue que Felipe y Lucia(su novia) pelearon esa noche, y ella supuestamente fue al baño. Felipe me contó que se la paso buscándola toda la noche por todo Punta Hermosa, ella no estaba, había desaparecido. A la mañana siguiente, llamaron del Hospital al teléfono de la casa donde estaban ellos, Lucia había muerto.
Lagrimas caían por el rostro de Felipe cuando me contaba eso, pues Lucia se accidento en la carretera cuando conducía hacia lima, los doctores le dijeron que ella murió pronunciando, Felipe, te amo.
Felipe llevaba esa culpa en su corazón, ya había pasado año y medio y el aun no se reponía, ya había dejado la universidad, no hacia mucho por la vida, su madre estaba preocupada por el, pero Felipe, por mas que nadie se daba cuenta, vivía encerrado en su terrible depresión, pero no dejaba que nadie lo sepa, ante todo el mundo el era el chico juerguero, el culpable de suspiros de muchas chicas. Pero en el fondo era la persona mas buena que he conocido.
Felipe, todos los miércoles se desaparecía del barrio, supuestamente visitaba a su padre, que los había abandonado a el y a su madre en el año 86, pero en realidad Felipe viajaba por todos los hospitales de Lima, repartiendo sonrisas junto a algunos amigos suyos. En aquella época, era pésimamente mal visto que un chico de alta sociedad, se mezcle con la “chusma”, con niños infectados de Sida en hospitales de pueblos jóvenes. Felipe era Clown, y esos niños eran el motor de su vida desde que Lucia falleció.
Conforme el Verano iba acabando, a Felipe se le veía cada ves menos, yo lo deje de ver por semanas, algunos amigos me contaban que lo veían regresar a las tres de la mañana y otros nos contaban que lo veían salir muy temprano.
Una tarde del mes de Abril, vimos que un camión de mudanzas estaba estacionado en la puerta de la casa de Felipe, algunos amigos y yo nos acercamos a la casa y Felipe Salió, nos contó que estaba yéndose a vivir a un distrito de Lima que nosotros no conocíamos, llamado San Juan de Lurigancho, donde el con unos amigos suyos habían puesto una posta medica y alquilado un teatro.
El se iría a vivir para allá con su madre, porque quería encargarse personalmente de cuidar a algunos niños que sufrían de enfermedades muy graves, muchos de ellos, desahuciados ya.
Nos pidió que se lo contemos a los demás amigos del barrio, y eso fue lo que hicimos, durante cuatro meces Felipe no se dejo ver, yo lo extrañaba pero al parecer en el barrio nadie tenia interés en ver a un payaso de hospital de barreada.
A fines del mes de Agosto, el mismo camión volvió a la quinta la Paz con las mismas cosas de Felipe, esta ves era para volver.
Pero no era el mismo, Se le veía mas deprimido, mas enfadado con la vida, con el mundo, sus amigos del barrio ya no lo querían, nadie le hablaba, hasta que un día mientras un grupo de gente del barrio chupaba y lanzaba en el parque Domodosola, el llegó caminando con un cigarro en la mano, nadie lo saludo, se sentó en una banca y yo fui a saludarlo, fui el único.
Yo no sabia que era lo que pasaba, pero un amigo me contó, que Felipe había tenido una riña horrible con Juan, un chico del parque Melitón, que había insultado las obras que Felipe hacia.
Felipe lo mandó a la mierda y juro nunca mas hablarle. Hasta ese día.
La noche ya había caído cuando un Toyota rojo, paro estrepitosamente en una esquina del parque, bajaron tres hombres, los cuales rápidamente corrieron hacia Juan y lo empezaron a golpear, nadie se atrevía a detenerlos, nadie, menos Felipe, quien solo golpeo a los tres matones sin ayuda de nadie, solo de Juan quien se repuso de la golpiza a los pocos minutos de que Felipe interviniera. Los tres hombres se fueron al carro de vuelta y Juan no tuvo nada mas que hacer, solo podía agradecerle a Felipe por aquel gesto tan increíble, pero no pudo porque Felipe se le avalanchó encima tirándolo al gras, cuando se escucharon dos disparos y llantas rechinar.
Yo corrí, pero era demasiado tarde, Felipe tenia una bala incrustada en el medio del cráneo y la otra en el pecho. Juan había estado metido en el negocio de venta de armas y había estafado a un grande al parecer. Su cabeza tenia un precio, pero quien pagó ese precio, fue el pobre Felipe.
Muy pocas personas fueron a su funeral, entre ellos estuvo Juan, las dos amigas que me presentaron a Felipe y un par de amigos mas, nadie mas del barrio se digno en ir a darle el ultimo a dios. Fue ahí cuando descubrí lo crueles que somos a veces.
A los dos años Juan murió de una sobredosis de Cocaína en una fiesta en La Molina, la madre de Felipe, un año después de su muerte se fue a vivir a Canadá nuevamente, con su familia, de su padre, nunca supimos mucho, pero en honor a el, se construyeron mas postas y mas teatros, donde lo niños podían sonreír al menos un ves, antes de llegar a aquel triste final.
martes, 14 de octubre de 2008
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